Blogia
das Mystische 2.1

Pollock

Pollock Verdaderamente, ¿cuál es el problema?

- Esto es como una tormenta.

La mirada de Jackson Pollock (Ed Harris) es un juego de vidrios perdidos, de lágrimas huidizas y cansadas, de dardos crispados que se clavan en una diana donde el único drip en acción es el drip destructivo del alcohol. Porque, verdaderamente, ¿cuál es el problema? "Jack the Dripper", como lo denominó en una ocasión la revista Time; pero todavía falta bastante para que Pollock engrase la técnica que le hará mundialmente famoso. Action Painting: pintura en acción. Todavía tiene que mirar a través del cristal, y a través del lienzo, hasta alcanzar los signos que le devolverán momentáneamente a la calma, a una calma (esta vez) momentánea.

El film de Harris se define en esta escena (Pollock y un amigo, completamente borrachos, ante una botella de whisky) y en ese momento mágico en que Pollock, frente a un enorme lienzo en blanco, debe disolver lo real en lo simbólico, en los gestos simbólicos de su propio lenguaje, después de permanecer largo tiempo reflexionando ante el espacio vacío. Cuando, finalmente, se desata la esperada tormenta, todo cobra sentido; y con la síntesis final llega también la calma: un mural de 250 x 60, encargo de Peggy Guggenheim. Terminado el trabajo, expuesto al juicio de todos, ya sólo queda esperar a que se reproduzca la siguiente versión del vértigo, el próximo capítulo, explosivo, de una deconstrucción permanente.

Como explica Nicole Everaert-Desmedt, en La comunicación artística: una interpretación peirceana, se trata sin duda de fuerzas, de la irrupción inesperada y violenta de la primeridad, como la denomina Peirce; ese "primero" que Peirce calificaba de "presente, inmediato, fresco, nuevo, inicial, espontáneo, libre, vivo, consciente y evanescente". La primeridad, para C. S. Peirce, es la categoría de lo posible, es decir, una primeridad sería una calidad de color "rojo", antes de que algo en el universo fuera rojo. Y formaría parte de la primeridad esa concepción del ser en la indistinción de la totalidad (una intuición, una sensación general) que es vivida en una especie de instante intemporal; esa concepción del ser global y total, sin límites ni partes, situada (para nuestra desgracia expresiva) en un terreno preverbal.

Para Nicole, una obra de arte resulta siempre de una tentativa de materializar fuerzas, intensidades virtuales, del orden de la primeridad (es decir, de un territorio todavía no definido), fuerzas e intensidades que los artistas han tratado de sintetizar a través de su trabajo:

Por ejemplo, Paul Klee hablaba del "entremundo"; el fotógrafo Edward Weston quería captar, en sus fotografías de conchas, la "epifanía de la naturaleza"; Oskar Schlemmer, director de teatro de la Bauhaus, decía que quería poner en escena "las fuerzas que engendran lo viviente"; para René Magritte, se trata del "Misterio"; para Yves Klein, de la "energía cósmica", de la "Vida en el estado materia primera", o también de lo "inmaterial"; para Jean Dubuffet, se trata de lo "indiferenciado", etc. El artista tiene la facultad de estar en contacto con la primeridad, como "los niños, los locos, los primitivos", dice Paul Klee. Este contacto no es permanente, sino que se produce en ciertos momentos privilegiados, los momentos de "presencia de la mente", como dice René Magritte.

Pero un contacto permanente –avisa Nicole- llevaría rápidamente a la muerte mental, e incluso física, del artista. Escribe Nicole:

Los artistas han evocado a menudo el vértigo y el miedo provocados por un contacto demasiado intenso o prolongado con la primeridad. Así, Jean Dubuffet habla de su "aspiración a reintegrar el corazón de las cosas, a alcanzar lo indiferenciado"; sin embargo, se mantiene en guardia: dice que se esfuerza por mantenerse "al borde solamente de la pérdida de toda consciencia de ser".

Es cierto que, en la cumbre de su creación artística, una vez descubierto el poder expresivo de la pintura abstracta y su valor subjetivo, Pollock acierta a pronunciar frases como éstas: "Mirar sin prejuicios" o "Yo soy la naturaleza"; pero también es cierto que la tormenta no le abandona en ningún momento, y que Pollock jamás consigue escapar al alcohol, a la depresión, a un cierto descontrol suicida. Viéndole arrastrarse de escena en escena, de drip en drip, de goteo en goteo, dan ganas de aconsejarle que se dedique a las ciencias exactas en lugar de a las artes plásticas. Aunque, claro está, con el antecedente del John Forbes Nash Jr. (Russell Crowe) de Una mente maravillosa, uno no sabe bien a qué carta quedarse. Por último añadir que, la verdadera protagonista de la película de Ed Harris no es otra que Lee Krasner (Marcia Gay Harden), creadora de la obra de arte denominada "Jackson Pollock".

1 comentario

ivan mejia -

En algún articulo leí que son más los casos de gente que se vuelve loca gracias a la lógica y las matemáticas que la que se vuelve gracias a las artes.
Probablemente la abstracción matemática es un enfrentamiento duro y sin filtros con el propio pensamiento.
En cambio el arte aun que puede llevar mucho sufrimiento también esta fuertemente cargada de placer.
Nos quedaría un tercer caso, los filósofos.
El arte pareciera estar en busca de esa imagen ideal que esta en la cabeza y que resulta generalmente imposible de transportar a la realidad.